

Revolucionario, guerrillero y cineasta: el atípico embajador colombiano en China
Sergio Cabrera vivió la revolución en la China de Mao, fue guerrillero en la jungla colombiana y destacó como cineasta políticamente comprometido. En un nuevo giro de guion, ahora comanda, como embajador colombiano en Pekín, un acercamiento histórico entre ambos países.
El director de cine de 75 años, entonces adolescente, llegó en 1963 a la capital china con sus padres, comunistas convencidos que se mudaron clandestinamente para enseñar español en el reino de Mao Zedong.
Seis décadas después, su misión diplomática en Pekín es un nuevo capítulo "estimulante y muy emocionante", en una ciudad muy distinta, repleta de rascacielos y vehículos eléctricos, capital de la segunda economía mundial.
"Comparado con Bogotá, Pekín era un pueblo", recuerda Cabrera en una entrevista a AFP desde la señorial embajada de Colombia en Pekín, decoradas con carteles de sus películas.
"Era una ciudad de un piso, no había avenidas, no había carros, la gente vestida toda igual. Era un país pobre. Me acuerdo que mi hermana me decía: ¿Por qué papá nos trae?".
"Uno ve ahora este país y es un país lleno de abundancia, de posibilidades, donde hay de todo", dice.
- Por las balas o por las buenas -
En esos comienzos de los años 1960, terminó la drástica reforma implementada por Mao para modernizar la economía agraria, que se saldó con millones de muertos de hambre.
En las calles de Pekín se reparaban cepillos de dientes y se recargaban lápices. Incluso ellos, con sus privilegios de extranjero, necesitaban cupones para comprar harina o ropa.
"Llevo aquí como embajador más de dos años. Y todavía paso por sitios y digo: 'no puede ser'", asegura el hombre cuya vida plasma su compatriota Juan Gabriel Vásquez en el libro "Volver la vista atrás".
En ese Pekín precario y convulso, Cabrera aprendió un mandarín que todavía utiliza y participó como guardia rojo en la Revolución Cultural, el violento movimiento impulsado por Mao contra la influencia capitalista y burguesa.
Tras recibir entrenamiento del Ejército Popular de Liberación, volvió a Colombia para unirse a la guerrilla que abandonó cuatro años después "profundamente decepcionado".
"Me di cuenta que había como una tendencia a la mitomanía, a inventar que éramos muy poderosos y a creérnoslo", reflexiona.
Regresó a China, donde estudió en la universidad antes de dedicarse al que siempre fue su sueño: el cine.
Con películas con un marcado trasfondo político como "La estrategia del caracol", encontró "caminos para revolucionar un poco" la mente del público.
"Dije: 'ya que no puedo hacerlo por las malas, o por las balas, voy a hacerlo por las buenas'", explica con un brillo en sus ojos verdes que surge cuando habla de cine.
Ama "crear mundos" en la gran pantalla, pero su nuevo trabajo consiste en lidiar con el mundo real.
El presidente Gustavo Petro, exguerrillero como él, le confió la misión de estrechar las relaciones entre Colombia, históricamente alineada con Estados Unidos, y el gigante asiático.
"Desde la diplomacia no puedo hacer la revolución, pero sí puedo seguir con esa idea de transmitir, de lograr de alguna forma que la relación bilateral entre Colombia y China mejore".
- La "oveja negra" -
Fruto de esta estrategia, Colombia firmó este mes la adhesión a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, suscrita ya por dos tercios de países latinoamericanos.
"Nosotros éramos como la oveja negra del rebaño", afirma Cabrera, para quien este paso será "muy provechoso" para Colombia.
Pero el acuerdo irritó a la administración estadounidense de Donald Trump, especialmente sensible ante los avances chinos en una región que Washington consideró tradicionalmente bajo su influencia.
Cabrera reconoce que el movimiento llega en "el momento más delicado". "Ha habido roces y sabemos que el presidente Trump está en contra de cualquier acercamiento a China", admite.
Pero "la soberanía de un país no puede depender de la necesidad de estar aliado con otro", rebate.
El estrechamiento de relaciones lleva años gestándose. En la última década las importaciones desde China se duplicaron hasta 14.700 millones de dólares en 2024.
Incluso, en el primer trimestre de 2025, superaron a las de Estados Unidos que, sin embargo, se mantiene como el principal destino de productos colombianos, con casi un 30% del total.
Este peso del país norteamericano en el comercio exterior genera recelo en los empresarios colombianos, a quienes Cabrera insta a superar "ese temor a las reacciones de Estados Unidos".
Según él, el acuerdo generará inversiones en transporte o energía limpia y ayudará a abrir más el mercado chino a productos como la carne bovina o el café, cada vez más popular en este país tradicionalmente bebedor de té.
Las posibilidades serían todavía mejores con un tratado de libre comercio con China como firmaron Chile o Perú, defiende. Pero "en Colombia no hay buen clima para un tratado de libre comercio".
L.Boyle--NG